and I say

wake up and be ~

jueves, 29 de octubre de 2009

Diario de una mente nº5

no estoy segura de por donde empezar
el miedo es algo que no estoy acostumbrada a sentir
y me carcome lentamente, de adentro hacia afuera
no quiero volver a caer en el mismo error
y repito, una y otra vez, no quiero, no quiero
cómo sí eso pudiera ayudarme o salvarme
cierro los ojos, intentando no pensar, pero me cuesta
intentando no sentir, pero es imposible
trato de no nombrarte, y sin embargo lo hago
quizás es estúpido, quizás es más simple de lo que creo
pero no me sale, no puedo, no puedo? no, no sé
dormir, eso necesito, eso me haría bien
quizás pueda olvidar, al menos un momento, tu ausencia
tu frialdad, mi ausencia, mi debilidad, mi dolor.

lunes, 26 de octubre de 2009

Diario de una mente nº0

Se podría creer que escribir es ya una inercia. Pero es una intensa necesidad, algo que ni con el más exótico, elegante y culto lenguaje y léxico es posible explicar.

La hoja en blanco, es un abismo infinito en el cual no ceso de caer. Produce tal tristeza, que mi alma se retuerce y mi cuerpo se ve afectado por sensaciones inverosímiles.

Tengo tantas cosas para decir, y no sé por donde empezar, tampoco como expresarlo. Mi mente, se contagia y se envuelve en un velo blanco e insípido.

Mis manos, mis dedos están inquietos y sedientos. Profundos me parecen mis ojos, que seguramente no pueden reflejar lo hondo de mi sentir.

Cierro los ojos, pensando que así, podré ver dentro de mí, y llegar de alguna forma, al fondo. Ahogarme en el mar abatido y creciente de mis deseos.

Una dosis de soledad, podría ayudar. Aislamiento, obviando el todo y nada que han de rodearme constantemente, y verme a mí misma como un mundo totalmente aparte, ajeno.

Cerrar los ojos, dormir, dormir el cuerpo y entrar en la complejidad de memorias y seres sensibles que me conforman. Observarlos, deducirlos, descubrirlos, y hasta quizás, enfrentarlos.

Me resulta imposible asesinar a las fieras y monstruos que se albergan en cada rincón oscuro. Me repelen, me dan miedo, pero detrás de mi reacción y lógica inicial, sé que tengo el deseo y habilidad de entenderlos. Domarlos no es una opción.

El tiempo, la experiencia, mi conveniencia, no pueden destruir lo que va en contra de ellos. Aunque lo intentara y realmente me lo propusiera, sé que no tendría éxito. He de dejarlos ser y mutar a su antojo.

Diario de una mente nº4

¿Cuántas veces habrá de atacar ese sentimiento de no estar haciendo lo correcto? Nunca dejará de hacerlo. Pero, ¿qué es lo correcto? ya es tan subjetivo el asunto, que los parámetros sociales ya no sirven y sólo confunden la visión propia.

¿Cuántas veces, en esos segundos que te perdiste en tu mente, formulaste inconscientemente la pregunta "¿qué estoy haciendo?" y te quedaste en silencio, obsoleto, esperando tener una respuesta, algo que justifique tu actuar tan ridículo?
Es que quizás no hay una maldita razón, simplemente ya iba demasiado rápido el desliz de tus pies sobre el hielo, y te dejaste ir a la deriva de una especie de azar, destino, esperando que te quiten el tedioso trabajo de tener que pensar y accionar frente a lo que te pasa, en tu vida, ante quienes se preocupan por vos.

Y ojala fuese tan simple, piensa uno, por momentos ¿no? Simplemente dejar que la corriente te lleve y quedar exento a culpas, castigos, reproches y reclamos. Pero el dilema está en que la corriente va por donde quiere, y no siempre va por donde vos queres ir, y llega un momento donde empezas a creer que es más simple salir de ella, luchar contra ella, que abandonarte a su suerte y después tener que enfrentar todos los problemas que te trajo.

Suponiendo que enfrentes tus problemas, sí es que no te tomas otra corriente para huir del asunto, para no hacerte cargo de tu puta existencia y la responsabilidad que tenemos sólo por estar acá y ocupar un pedacito de tierra, ser unos transeúntes.

Y hablando de huidas, ¿qué me contas de eso sobre dejarte llevar por la corriente, ver qué pasa, sólo para no enfrentarte a vos mismo? eso es jodido, y más jodido es no hacerlo. Jodido, en realidad, es preguntarse "¿qué estoy haciendo?" y no saber qué responder, por donde empezar, y aún peor, por donde seguir.

Es como estar en un espacio lleno de nieve, frío y donde te hundís, cubierto de niebla. Todo se ve blanco, no hay nada hecho, escrito, y vos con tus pies como un pincel lleno de tinta negra, tenes la presión de pintar, de marcar, ese lugar, con tu huella, con tu acción, con tus decisiones.

Y llegamos a la palabra que quería y no me salía, o no tenía el valor de nombrar. Decisiones, ellas nos marcan, nos condenan, nos liberan, son esos trazos que no han de borrarse jamás.

Es que el problema no es cambiar, el problema es decidirse. Y el problema de decidirse, es tener que ser honesto con uno mismo y aceptar a regañadientes que no sabíamos que estábamos haciendo, pero esperábamos que un milagro nos ilumine la vida, que de la nada aparezca algo que nos de una idea, algo. Como sí las circunstancias por sí solas pudieran arrebatarnos del apuro de vivir. ¿Se puede ser tan irresponsable, iluso y temeroso? Créalo, se puede bastante.

Pero una vez que estás envuelto entre tanta mentira, entre tanta apariencia e hipocresía, ¿cómo salir de ahí? te parece que hagas lo que hagas, todo va a empeorar, y es mejor llegar al límite de la situación para recién ahí, hacer algo.

Parece patético, pero es demasiado real. Y no crean que este es un simple divague o confesión, sólo una reflexión a partir de una película que me dejo pensando.

¿Qué estás haciendo? Y lo más triste, es que en un principio no supe responderme. ¿Sólo estás existiendo y ya? Quisiera creerme un poco más que eso, pero ¿hago más que eso? Por momentos decimos estar vivos, y en realidad, sólo estamos existiendo a través de esa corriente que nunca se detiene, digámosle tiempo, vida, no sé.

Entonces ¿cuándo estoy viva? cuando tomo la decisión de ir por donde quiero, de tomar la iniciativa de decirle a esa maldita corriente que se vaya al infierno de donde salió, y tratar de naufragar sola por la incertidumbre de ese mañana del cuál no sé nada, pero a la vez sé todo.

¿Será que el tiempo pasa rápido o uno se deja pasar rápidamente por él? Y no estoy segura de que quise decir, o a que quise llegar, solamente tuve el impulso de detenerme en esa corriente, mirar hacia atrás, y decidir salir de ella.

¿Queres vivir? Sí, responderemos por una inercia imperceptible. Pero este no es el caso, este es un anhelo.

El lienzo en blanco me exige que haga algo con él, y yo, decidí hacerlo.

jueves, 22 de octubre de 2009

ámor

El deseo nace desde lo más hondo de mis entrañas. ¿Cómo podría mi mente explicarle a mi corazón tu lejanía, tu distancia, tu ausencia? Sí la locura me consume lentamente, el amor me embriaga y corre por mis venas, hasta la parte mas minúscula y minuciosa de mi ser.

Dentro de mí, tu nombre hace eco, como un susurro incansable, que no se resigna ni desiste. Mi piel te anhela, te llama, te espera. ¿Cómo contener el impulso de querer contemplarte, rozarte, hacerte mío? Sí no hay otra cosa que mi cuerpo y alma desee más que entregarse enteramente a tus brazos, a tus labios, a la integridad de tu persona.

El sentimiento más puro jamás provocado, me desborda, me posee, me esclaviza. ¿Cómo decirle que no al sentir más profundo, más inocente, más humano? Cuando no puedo pensar más que en unirme con él en el rito más pasional y hermoso.

Víctima del amor, pero que orgullosa y con que placer admito el castigo, la agonía, de padecer tan precioso mártir. Y sí ha de desgarrarme hasta disolverme este dolor tan inmenso, pues lo enfrento con valor, porque prefiero morir por amor, que dejarme vencer por el olvido y el miedo.

Presa y necesitada, como una flor arraigada a la tierra, así me encuentro. Libre como un gorrión que canta al alba, así me siento. Y sí por esto han de condenarme, con gusto aceptaré la pena, sea cual fuere, pero nunca habrán de escuchar de mi voz, leer de mis ojos, ver en mi alma, un miligramo de arrepentimiento. Porque aquel que sea capaz de renunciar al tesoro del amor como un acto de cobardía, puede que sin tantas penas exista, pero jamás sabrá lo que es sentirse realmente vivo.

viernes, 16 de octubre de 2009

revés-al

En ese pozo sin fondo, en el que tantas veces vomité dolor, en el que tantas veces vomité culpa. Ilusa, creyendo que así me deshacía de todo ese sentimiento negativo, que jamás volvería, que sería libre. Sí, repito, ilusa, fui y hasta todavía lo soy. ¿Cómo es posible que no me diera cuenta de que entre más trataba de deshacerme de esto, en realidad, más me consumía, lenta y ardientemente?

Es el castigo del que huye, el que toma el camino aparentemente rápido, ya que en realidad, es el más largo y difícil de transitar. Pero no puedo tildarme de inocente y menos de ignorante, cómo sí en el fondo no supiese yo en que me metía, a qué estaba jugando. Sí fui yo misma la que puso las reglas y lancé los dados que escribirían la historia que hoy relato.

¿A qué tenía tanto miedo? ¿Qué era lo que tanto temía en aceptar? ¿A mí misma? Y es que no importa cuantos cuentos dulces y coloridos cuente, y cuanto ame y me conecte con el universo y el mundo, sí al fin de cuentas, no puedo verme la cara. Y en el fondo se acumulan los reproches, los porquéses, las excusas y explicaciones. Porque no pude ser como quería, porque no supe ser quien era, porque quise ser quien no sería jamás. ¿Por qué me cuesta tanto aceptarme así como soy y pulir lo que ya tengo? ¿Por qué siempre el humano quiere lo que no tiene, y no quiere o no aprecia lo que tiene? Estoy cansada de tanta vuelta, de tanta mentira, de tanto fingir, de tanto esconderme tras una sonrisa inexistente.

Salir, romper paredes, abrir ventanas y puertas, levantar la persiana, mirar hacia toda dirección, ser consciente y dar el primer paso sabiendo y sin olvidar donde quiero el último. Sí perdemos el objetivo, la razón, se pierde todo sentido. Y sí me critico tanto, ya ni siquiera recuerdo porque lo hacía, sí es una inercia o sí en su momento me apetecía.


¿Por qué estás viva? ¿Para qué estas viva? ¿Qué buscas en la vida?


Después de respirar hondo, sentir y pensar al respecto, me doy cuenta de que estaba haciendo todo al revés. Ufff, que alivio.

jueves, 1 de octubre de 2009

Secretos

Era un día como cualquier otro. Salí a caminar para alcanzar el transporte a tiempo, la idea de llegar tarde me provocaba cierta incomodidad. No sé sí era mi sentido del deber, pero no quería volver a hacerlo.

Mientras transitaba, se me ocurrió que podía fusionar mi rutina con algo más espiritual. Comencé, entonces, a observar todo con sumo detalle. Estaba despejado y el Sol empezaba a caer tras las viejas casas de mi barrio. La muralla al infinito me causaba una sensación inverosímil, y aunque supiera que no contenía otra cosa que tumbas, fantaseaba con lo que habría detrás de esas altas paredes blancas. Me regocijaba tener el don de poder imaginar aún. ¿Cuántos adultos pierden esa facultad? Es una pena de la cual espero nunca ser víctima (aunque no podría culpar por esto a nadie más que a mí misma).

Como una idea fugaz atraviesa la mente y aparta cualquier otro pensamiento, de forma efímera y avasallante, así me sentí cuando lo percibí. Sentí que había notado algo a lo que nadie le había prestado atención. Había descubierto un secreto, uno que estaba a la vista de todos pero se negaban a ver o simplemente no estaban aptos para ello. La realización que sentí esa tarde fue renovadora. Caminé con una sonrisa que se desbordaba de mis labios. Nadie podría entender, aunque quisiera, la sensación que me poseía en ese momento. Que dichosa era.

La tumba blanca

El reflejo de la luna en el mármol, la brisa que hace melodías entre árboles, las hojas que danzan al son del viento y mi corazón ahogado en desvelo.

Me detuve en silencio a mirar el panorama y descubrí una silueta que parecía haber sido esculpida por cien ángeles. Parpadeé reiteradas veces para verificar que no era un sueño y la figura seguía presente opacando su entorno. Por un momento tuve miedo, pensé que era la única que frecuentaba el cementerio por las noches pero luego sentí una atracción inevitable y ardiente.

Trate de no hacer ruido al desplazarme, quizás se asustaría y se marchase. Pase entre dos tumbas grises y un árbol tenebroso, cada vez más cerca de mi objetivo. Sentía la necesidad de aproximarme, algo me cautivaba, algo me atraía, como si fuera magia, tal vez un hechizo o quizás la belleza más extraordinaria jamás vista.

Una ráfaga trajo consigo olor a jazmín, moví mi cabeza siguiéndola, un fugaz segundo que perdí la vista de él...parecía que se le había perdido a Dios, caído de las nubes más suaves y altas. Hipnotizada por tanta belleza, con un extraordinario brillo, de lo más exótico, extraño...realmente único. Estaba ahí, frente a mí y mi corazón se detuvo una fracción de segundo, mis ojos se paralizaron y de uno de ellos una lágrima fría se escapo recorriendo lenta y dulcemente mi mejilla.

Mi cuerpo no podía moverse. No podía dejar de mirarlo. Levitaba en un aura turquesa, bailaba sinfonías agudas y armoniosas, danzaba a la luna, cantaba a las flores. ¡Un momento y vi como se desvanecía, se desvanecía! Desapareció lentamente, mientras el viento se perdía en el bosque, el brillo se apagaba...todo el ambiente agonizaba...hasta que murió.

Se erizo toda mi piel, desde la punta de mis dedos hasta llegar a mi espalda y nuca. Mire, sólo mire hacia todos los lugares buscando algo pero en efecto no había nada. Retrocedí, tome mi capa y me marché.

Esa noche mientras el brillo de la esfera plateada entraba por la ventana no pude conciliar el sueño. Un insomnio mudo, mi cuerpo estaba tan cansado, como sí hubiera recorrido el mundo en un parpadeo, los suspiros más secos y fríos, un inverno en plena primavera. En breves segundos mientras miraba como zombie el techo de la habitación todo comenzó a oscurecer, cada vez más hasta que sin previo aviso caí en un sueño intenso.

En él había un lago y yo me hallaba dentro de él. Parecía un espejo, todo el paisaje se reflejaba en él. Abrí mis claros ojos, vi todo el cielo sobre mí, vi el mundo a mis pies fracciones de segundos hasta notar que estaba cubierta, abrazada por el agua y no podría respirar. Entre en la desesperación pero no sirvió, me ahogaba lentamente, caía hacia el fondo...sin fin...eterno. Al transcurrir un determinado tiempo del sueño me desperté del miedo y con lágrimas tan frías y claras en mis mejillas. Estaba mojada, estaba empapada, como si fuera real, como si realmente me hubiera dejado llevar. Observe la ventana y estaba abierta, sospeche que habría llovido mientras dormía y aunque el cielo estaba totalmente despejado me negué a buscar otra opción.

La tarde caía y con ella la noche acechaba. La hora de seguir camino a mi lugar predestinado llegó. Recuerdo que cuando era pequeña siempre concurría, bajo cualquier amenaza climática, para ver las tumbas de mis padres...pero había más que eso, había una tumba, la tumba blanca...esta era tan hermosa, radiante, pero siempre estaba vacía. Con el tiempo deje de concurrirla pero hay meses en los cuales la visito.

Por el camino de tierra más árido caminé, con los grillos haciendo mi música de fondo. Llegué a la negra reja oxidada. Tardé en abrirla y al hacerlo hizo un chirrido que espantó a los pájaros que se hallaban en las ramas más bajas de algunos árboles. Me lastimé la mano derecha, que por alguna extraña razón, no sangró, pero vi en el pasto inexplicables manchas azules.

Recorrí la mayoría del cementerio. Deje flores rojas de tumba en tumba, hasta llegar a las dos tumbas predestinadas, donde dejé ramos de rosas negras. Y… ¡Lo vi, en ese instante lo vi, era él...otra vez! Bailaba, levitaba, cantaba, era tan hermoso, tan hermoso. Cuando me aproxime me hizo un ademán con la mano, invitándome a seguirlo y comenzó a moverse. Corrí y me hería con arpías que había en todo el cementerio pero no me dolía, yo siempre seguía. Se detuvo y comenzó a elevarse, como sí se fuera al cielo, como si me guiara a otro lugar. Aún así lo seguí, tomándome de su mano y comenzamos a danzar en el aire, entre lágrimas frías del firmamento.

Nuevamente, todo comenzó a apagarse lentamente hasta que se desvaneció totalmente. Caí rápidamente y me golpee la cabeza con una roca puntiaguda. No me dolió, yo sólo estaba triste por haber perdido nuevamente a mi caballero. Estaba allí...frente a la tumba blanca, que esta vez estaba escrita, alguien yacía en ella. Trataba de leer pero no podía. Tenía flores, rosas negras, mis favoritas. Entonces empezaron a acercarse personas y personas a llorar bajo la tempestad. Y finalmente...me desvanecí.