and I say

wake up and be ~

jueves, 30 de junio de 2016

Cerrando puertas ~

Cuando transito mentalmente mi presente y futuras decisiones como las pasadas me pongo a pensar en cómo llegué hasta acá. Me doy cuenta de cuánto uno se deja estar, se deja avasallar, se deja matar aunque sea un poquito por otros y por uno. Lo que uno permite y habilita, es como una puerta que cuando la abrís dejás pasar muchas cosas, no siempre lindas y felices. Llegado el momento que pensás, bueno esto no va bien y queres arrimarte a cerrar esa puerta encontrás del otro lado bastante resistencia; pero si vos me dejaste, vos lo permitiste. Sí, y del mismo modo que lo hice puedo dejar de hacerlo ¿es tan difícil de entender? correte, volvé a tu lugar y dejame cerrar la bendita puerta, ya no te quiero de este lado. La última palabra es nuestra y si el otro no sabe manejarlo quizás es porque dio por sentado todo lo que diste, dejaste, ese espacio que le brindaste para que ocupe. Pero no, no es como si te hubieran dado un título de propiedad, no es tuyo de acá al fin de los tiempos; si no la haces bien te puedo echar, me puedo negar, puedo cambiar de parecer, tengo derecho a cerrar cada puerta que haya abierto. Y quizás vos, ahí, en vez de cuestionarme a mí por cerrarte la puerta en la cara podrías preguntarte: ¿qué hice para no tener más este privilegio? porque por ahí va la mano y por ese lado vas a sacar algo productivo. La confianza se gana pero también se pierde y si no mantenés lo que se te otorgó no podes culparme a mí. Yo solo hago lo mejor para mí y si vos te aprovechas del lugarcito que te di para lastimarme y no apreciarme, entonces sí, te vas y se acabó, cruzá la puerta. Valgo más que la mediocre costumbre de no estar solo porque sí, bueno, quizás para vos no pero ¿sabes qué es lo genial de esto? que esa tampoco es tu decisión.

jueves, 16 de junio de 2016

Me desnude por vos ~

A veces hablamos tanto que las palabras danzan en nuestra lengua y se desvanecen en el aire como si no tuvieran peso, ligeras e insípidas. Cuánto hablamos, cuántas palabras recitamos sin decir ni una minúscula parte de aquello que se abate en nuestro ser. Es que las palabras son nuestra herramienta, nuestro caballito de batalla para ir por la vida y es por eso que a veces nos olvidamos que no sólo sirven para debatir, pensar en voz alta, pelear y batallar con otras palabras, también pueden sanar, amar y comunicar las emociones más profundas. Cuando te tiembla el pecho y sentís cómo suben desde algún lugar inexplicable hacia tu boca, tu lengua juega con ellas, tu mente las repite y finalmente las decís dejando en evidencia tu corazón y alma, ahí es cuando las palabras toman revancha y nos recuerdan que pueden además de ser dichas, sentidas. Lo que más nos cuesta decir es aquello que sentimos con todo nuestro ser y por más que a veces sea una sensación algo vertiginosa e intensa al punto que nos dejan exhaustos, vale la pena que aquellas palabras sean pronunciadas. Porque es tan hermoso cuando de nuestro hábito deja de ser rutina para convertirse en la expresión genuina de nuestro ser.

Porque me costó decírtelo pero me desnude por vos, para que veas en mis palabras un pequeño destello de todo el amor que tengo.