and I say

wake up and be ~

martes, 30 de noviembre de 2010

can't go back

Y vos me decís, que tal vez no es así, que quizás yo me equivoqué, que deberíamos volver. Pero yo no sé volver, no puedo caminar hacia atrás, pisar sobre mis pisadas e ignorar la realidad. Es difícil decir que está bien o que está mal, sólo depende de cuánto lo sepas asimilar. Error, la mutación de mi imprudencia, la consecuencia de mi cobardía, la negligencia de mi mente, que suspira intranquila. Otra vez lo volviste a hacer. Una vez más y esto se termina. No sé porque me amenazas, como si tuvieras vida, como si tuvieras cómo, como si me importase aunque sea, un poco, un trozo, una nada. Igual, igual es la mitad de lo pretendías, y si hacemos cuentas, no es mal negocio. Hay que aprender a conformarse en la vida, siempre me decía eso mi tía. Pero se conforma quien desiste, quién se resigna a que un hecho es inmutable y jamás podrá cambiar. Descreo de eso, de esas aparentemente sabias filosofías, filosofía barata y absurda. ¿Quién sos vos? Y mejor que me lo digas, porque te voy a hacer bailar con el plomo de mis dedos, mi mirada de pólvora y las palabras de fuego. Creer que no puede cambiar, es creer que todo está perdido. Constante cambio y mutación, esa es la movida. Vos no digas nada, quedate callada, a ver si aprendes algo. A mí no me vas a decir qué hacer. ¿Qué? No, te dije que no te creo. A mí no me preguntes, soy de palo y tengo orejas de pescado. Ella no sabe, no te malgastes. Ahorra energía. El árbol de la esquina es un buen cuenta cuentos, pero para psicólogo me quedo con el cielo. Y ojo con las nubes, que les da por ser caretas y después pasan el chisme por ahí, como quién no quiere la cosa. ¿Qué estás mirando? No despidas a quién aún no se ha ido. Y no te adelantes a lo que no ha sucedido. Siempre apurada, nena, siempre apurada. Así es como la vida se te pasa. Tan apurada, tan acelerada, que cuando te diste cuenta, ya tenías arrugas en la frente, y no conservabas ni cinco recuerdos en que se te halla llenado el alma. Eso es un mal negocio. Yo no compro. Ese grillo me tiene podrida. Callate, te digo. Mejor hagamos los distraídos, y esto jamás sucedió. ¿Cómo que no podes? El olvido voluntario es cosa simple, sólo hay que quererlo. Sino cómo olvidas todas aquellas cosas de las que no queres hacerte cargo. Vivo para lo que te conviene. Siempre lo mismo. Cuando te quieras acordar ya es tarde. Y cuando es tarde, ya no hay consuelo. Lo que pasó, pasó y no regresa. Sólo se vive una vez, una vez cada momento. Momento, momento, que me estaba olvidado de decirte que hay una luna que espera por tu llanto. Y no me digas que no te diste cuenta, que estabas en otra. Vos y yo sabemos que estás mintiendo. ¿A quién queres engañar? Yo no me la creo. Anda a rezar a la iglesia, que en mi suelo no hay perdón que valga para tu descontento. Y si sonreís, es porque tenías ganas. La voluntad sigue siendo el pilar de la acción, la motivación. El objetivo, puede ser una excusa. Para mí que no queres aceptar que no te cabía lo que tenías. Me hablas de conformismo. Todos hablan, y el pez por la boca muere. Uno es preso de lo que dice, no lo olvides. Las palabras son cadenas que te apresan o te liberan, todo depende como las uses y como te usen a vos ellas. Te digo que no se puede volver, no tiene sentido. Hay que seguir caminando, aún sin destino. En la niebla se aprende a ver con claridad, el aura de las cosas brilla si vos te animas. No te des vuelta, ya no hay retorno. Cuando te quieras dar cuenta ya fue ayer, y hoy no es tarde. Pero volver no es una opción, para aquel que busca expresarse.

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