and I say

wake up and be ~

martes, 19 de enero de 2010

Fragmentos del joven Werther

- Su situación presente, su destino, su participación en el mío, exprimen de mi calcinado cerebro hasta la última de las lágrimas. ¡Bajar el telón y retirarse! ¡Eso es todo! ¿Por qué tantas dudas y titubeos? ¿Porque no se sabe qué es lo que vendrá? ¿Y porque ya no se regresará? ¿Y porque nuestro espíritu tiene la característica de intuir la confusión y las sombras antes de que tengamos la certeza de algo?

- Ahora estoy sentado, como una anciana que junta azarosamente su leña y mendiga el pan en las puertas con tal de prolongar y aliviar un instante más la infeliz agonía de su existir.

- ¿Qué es el hombre, ese ponderado semidiós? ¿Acaso no flaquean sus fuerzas justamente cuando más la necesita? Ya sea encumbrando de felicidad o abrumado por la aflicción, es detenido y vuelve a la honda y fría preocupación, justo cuando creía poder perderse en la plenitud de lo infinito.

- Feliz criatura que eres capaz de culpar a una fuerza terrenal por tu carencia de felicidad. ¡No sientes! No sientes que tu desgracia nace en el corazón destrozado, en tu trastornado cerebro, y que nisiquiera todos los reyes de esta tierra te pueden ayudar.

- Tengo tanto para dar y mis sentimientos hacia ella consumen todo, tengo tanto, tanto, y sin ella todo se convierte en nada.

- ¡Oh hombres! - exclamé - cada vez que hablan de una cosa tienen que decir: esto es una locura, esto es inteligente, esto es bueno, esto es malo. ¿Qué significado tiene todo eso? ¿Acaso han analizado así en profundidad las razones de lo que una ha hecho? ¿Conocen acaso con absoluta seguridad los motivos de la determinación, por qué sucedió, por qué tuvo que suceder? Si lo hubiesen hecho, no serían tan ligeros a la hora de juzgar.

- Todo en este mundo se mueve hacia una misma vileza y una persona que trabaja por dinero, o por su honor, o por cualquier otra cosa sólo para satisfacer a otros sin que esto sea su deseo o su propia aspiración, no es más que un necio.

- No hay cosa que me fastidie más que la gente cuando se mortifica mutuamente. Lo peor es cuando se trata de gente joven que se encuentra en la flor de la vida, quienes en realidad podrían ser los más abiertos a las alegrías. Es al revés, se arruinan los pocos días felices que tienen poniendo mala cara y después, cuando es demasiado tarde, ser percatan de que ya no pueden recuperar lo que han derrochado.

- Que dichoso soy de que a mi corazón le sea permitido gozar del más simple e inocente regocijo que pueda sentir un hombre que ha cosechado un repollo, que ha cultivado él mismo, y no sólo se deleita con el repollo, sino también con el recuerdo de aquellos días, las bellas mañanas en las que lo plantó, las apacibles tardes en las que lo regó y se alegraba de verlo crecer. Volver a gozar todo eso en un solo instante.

- Me apresuré a ir y regresé sin haber encontrado lo que estaba buscando. Con lo lejano pasa lo mismo que con lo futuro. Ante nuestra alma se halla un todo, enorme y en penumbras, nuestra sensibilidad se diluye en él al igual que la mirada. Nuestro anhelo es el de poder entregarnos por completo y dejar que nos inunde un sentimiento majestuoso, magnífico, único. Pero, ay, cuando nos acercamos, cuando el allá se convierte en acá, cuando lo que fue es igual a lo que será, entonces nos quedamos con nuestra pobreza, con nuestras limitaciones; nuestra alma sigue sedienta del bálsamo que se nos ha escapado.

- Fui una de las que más miedo tenía, pero al aparentar valentía para darle valor a los demás, yo misma empecé a perder el temor.

- Es natural que si en un momento pleno de alegría nos sorprende una desgracia o algo terrible, la impresión que nos causa sea mucho mayor que en otras circunstancias, en parte por el contraste, que hace que la vivamos con más intensidad, y en mayor grado porque nuestras sentidos, una vez abiertos a la sensibilidad, absorven las impresiones con más rapidez.

- Es cierto que trato a mi pobre corazón como a un niño enfermo: le consiento cuanto deseo tenga. No se lo cuentes a nadie, hay gente que lo tomaría a mal.

- Sé muy bien que no somos iguales ni lo podemos ser. Pero estoy convencido de que es igual de condenable aquel que cree que para hacerse respetar está obligado a mantenerse distante del llamado "populacho" que el cobarde que se esconde de su adversario por temor a salir perdiendo.

- Quiero, querido amigo, te lo prometo, quiero mejorarme, ya no deseo volver a probar una y otra vez esos pequeños sinsabores que nos depara el destino como siempre lo hice, quiero gozar el presente, que el pasado sea pasado. Seguro, tienes razón, querido, las penas del ser humano serían mucho menores si los hombres no se dedicaran con tanto afán - sólo Dios sabe porqué nos hizo así - a empeñarse con la imaginación en volver a recordar los dolores del pasado, en vez de soportar aceptablemente el presente.


Todos estos fragmentos pertenecen a la obra "Las penas del joven Werther" de Johann Wolfgang Von Goethe.
Muchas gracias a él por su impecable y hermoso aporte a la literatura y a nuestras almas, y por darnos la oportunidad de hacer de este libro, como él nos ha dicho, nuestro amigo.
Espero encuentren en estos fragmentos algo que los ayude a aliviar sus penas, a tomar fuerza, o los sentimientos que fuere a provocarles.

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