El gusto a carne, en la boca
Cerrada, cerrada y pegada
Las palabras enmudecen
Pero sólo para tus oídos.
Sinfonía infinita de deseos
Reprimidos y maltratados
Cada vez más desafinada
Los dedos se desgastan.
Los pies sucios y quietos
Anhelan el cielo
Las nubes esperan
Las estrellas cantan siluetas.
Quiero dormir
Porque quizás así
Pueda despertar
De este embrujo.
Silencios cómplices
Susurran tantas cosas
Que ya no puedo
Siquiera pensar.
Los ojos sin mirada
Mirada perdida en algún
Recuerdo que nunca he vivido
Pero me hubiera encantado.
El cajón del escritorio
Tiene muchos papeles
Manchados con tinta
Que no sirven para nada.
Mi alma en el colchón
Las letras en las paredes
De mi lúgubre habitación
Y todo me resulta absurdo.
Esperar en la puerta
Una sombra que proyecte
Ese recuerdo jamás vivido
Que no sirve para nada.
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