and I say

wake up and be ~

jueves, 6 de septiembre de 2012

La columna de Dario Gomez nº1 ~

Buenas noches, mis lectores. Yo sé que siempre comienzo con un "buenas noches" y que ustedes podrían estar leyéndome de día, tarde, madrugada, medio-día, atardecer, nochecita; soy plenamente consciente de eso, pero digo buenas noches porque es el horario en que yo siempre les escribo. Tengo esa aficción casi natural, desde muy chiquito, por la oscuridad, las calles desiertas, las personas dormidas en los asientos del colectivo, la luna, las estrellas y por acordarme de comprarme cigarrillos cuando todos los kioskos están cerrados. O al menos los que están cerca de mi casa. ¿Usted sufre insomnio? Me preguntó hace poco un joven por correo electrónico. A veces sí, la verdad es que me gusta disfrutar un poco de la noche y la mañana. Me acuesto de madrugada y despierto temprano. No duermo mucho, quizás por eso ya tenga arrugas. También hace poco me preguntaron si no tengo nada mejor qué hacer. Yo me pregunto lo mismo de quién me leyó y sacó esa conclusión. No tengo mujer ni hijos, así que dedico la vida a mí mismo para hacer lo que se me venga en gana.

Ya habiendo terminado mi típica introducción en la que hablo moderadamente de mi vida, la cual seguramente no les importa, voy a entrar en el tema de hoy. Estos días estuve pensando mucho, sobre todo cuando viajo al trabajo. Y al notar la ineficacia de muchas personas para comunicarse y hacerse entender, me dieron ganas de hablar sobre el lenguaje y la comunicación. Esto lo note, particularmente, mientras escuchaba ansioso la conversación de una pareja joven discutiendo. Era por demás divertido ver como los dos hablaban, se justificaban, decían prácticamente lo mismo y no se entendían. O bien, uno de ellos, sin entrar en sexismos pero habitualmente la mujer, interpretaba al revés lo que su acompañante le decía. Tome nota, y me puse a investigar el tema. Obviamente me encanta espiar las conversaciones ajenas, así que tengo material para toda una vida, pero no quiero caer en llenar mi columna con diálogos ajenos. Primero porque no sería apropiado y segundo porque me gusta escribirles sobre lo que pienso.

Si hay algo que todavía no comprendo, o mejor dicho sí, pero me indigna, es como la educación presta poca atención a que las personas comprendan el lenguaje y no se den cuenta de la importancia vital de la comunicación, las palabras. Digamos, nos comunicamos y conectamos a través de ellas; ergo, es sumamente importante saber utilizarlas para expresar lo más fiel posible nuestro pensamiento, emoción, punto de vista, etc. Por momentos creo que puede tratarse de que ni siquiera los profesores son conscientes de esto, me imagino que no piensan con frialdad cómo se van a dirigir a su clase o qué palabras utilizar para transmitir con su discurso la enseñanza. Además, teniendo en cuenta que la mayoría de los alumnos no comprende ni tiene interés por el conocimiento ni por el aprendizaje, sino que están ahí casi cumpliendo una condena y obligación, les debe importar muy poco absorver lo que un mayor tiene para brindarles. Ni hablar de los adolescentes que se creen que se las saben todas y cuestionan a los grandes; lo cual considero perfecto, porque deben encontrar su propio discurso y forma de pensar, pero una cosa no quita la otra. Que cuestionemos y reflexionemos sobre lo que dicen y hacen los adultos, no significa no darles valor o descalificarlos, sino justamente pensar al respecto. También es un problema la cuestión de lectura. Las faltas de ortografía nacen a mi parecer, del poco hábito de la lectura y la degeneración del idioma a través del léxico moderno y los medios de comunicación masivos, dándole un respetable primer lugar a internet. Como si fuera poco, a los chicos no les interesa leer y en las escuelas le dan libros del año del pepe que no les importan y con los cuales no se sienten identificados. Yo a un chico de 15 años le doy Demian y que se vuele la cabeza, a los 18 años le doy El lobo estepario y que se re-plantee su vida. Hesse es un buen escritor para los adolescentes, y hay muchos más que pueden llenar de imaginación, creatividad y curiosidad a los alumnos, pero en las escuelas se esmeran en dar lecturas que si bien son clásicas no presentan un punto de anclaje con lo que ellos pueden estar viviendo. Porque de la identificación podría haber interés, pero no creo que un pibe se identifique leyendo Hamlet, porque todavía no tiene la capacidad de leer los subtextos del libro como de comprender de qué realmente se trata. Ah es un loquito, y ahí se queda todo.

Ahora, las personas en su gran mayoría no sólo tienen mala ortografía, sino que muchas veces no saben ni armar una oración o discurso que sea coherente y comprensible para los demás. Si uno está ducho escuchando, puede comprender lo que la persona quiso o intento decir, porque lo que dijo claramente se aleja a lo que pretendía. ¿Acaso no discutiríamos menos si nos expresaramos mejor y escucharamos más? Ah encima eso, la necesidad de expresarse de algunos es tan egocéntrica, que hablan por los codos, sobre lo que uno les dice y no le dan ni bollita a lo que el otro comunica. El valor de las palabras está en peligro, siendo degenerado. Las personas dicen palabras fuertes y de gran peso conceptual, como si fuera cosa diaria. Muchos hablan utilizando palabras que ni siquiera saben qué significan. Ni hablar de tocar un diccionario, por favor, nos prendemos fuego. 

Pero entonces pienso, si lo que buscamos como seres humanos es comunicarnos y expresarnos para con el resto ¿Por qué no afianzar los lazos con el idioma y el arte para poder llegar más profundamente al otro? Puede ser que les de vagancia, quizás. ¿Será mucho esfuerzo? ¿Hay una negación a aprender? No comprendo cómo las personas en vez de tratar de comunicarse con mayor fidelidad, no se hacen cargo de su problema y pretenden que el receptor del mensaje, se ponga la mochila al hombro e interprete mágicamente lo que intentan decir. Se desligan completamente de su responsabilidad como emisores y la trasladan al escucha. Prepotentes, como si fuera poco, se molestan si uno no los entiende. ¿Yo no te entiendo o vos no entendes cómo decir lo que queres hacer entender? Como si fuera poco, cuando tratas de hacerle entrar a la cabeza esta idea a alguien, enseguida creen que sos o hippie, bohemio o que te estás haciendo el interesante o intelectual. No se precisa ser particularmente intelectual, me parece. Parece que la comunicación hablada o escrita a consecuencia de la literatura, quedó relegada para los poetas, escritores, o aquellos que precisan de su palabra como políticos, vendedores, religiones. Hay que vender una idea, o hay que adornar un pensamiento para que el otro se tome la molestia de escucharnos. Me parece absurdo. Sin embargo, en medio de mi teleraña de pensamientos, pensé mientras me parecía gracioso, que si pudiera adquirir un super poder, me encantaría poder escuchar o comprender a los animales. Es increíble como ellos se esfuerzan, a pesar de sus limitaciones, para poder expresarse con nosotros. Hablo sobre todo de las criaturas domésticas. Yo tengo un perro y tres gatos. Cuando los veo pienso, ojalá pudiera yo comprender y leer su mente, seguramente tiene una infinidad de cosas interesantes que no pasan ni por la cabeza de cuánto pelotudo anda suelto, sin afán de ofender a nadie. 

En fin, como tengo un límite, el cual a veces me molesta, en la revista, tengo que ir cerrando. Así que espero que hayan disfrutado su lectura y puedan reflexionar un poco al respecto del tema de hoy. Como es habitual, los dejo con algunas frases que creo pertinentes. Los saludo con mucho gusto y hasta la próxima velada.

* A partir del momento en que se desarrolla la palabra, aparece la personalidad humana. (Pierre Lecomte Du Nouÿ)
* El hombre no es más que la mitad de sí mismo. La otra mitad es su expresión. (Ralph W. Emerson)
* El lenguaje es el vestido del pensamiento. (Samuel Johnson)
* Emplea el lenguaje que quieras y nunca podrás expresar sino lo que eres. (Ralph W. Emerson)
* Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. (Ludwig Wittgenstein)
* Una palabra bien elegida puede economizar no sólo cien palabras sino cien pensamientos. (Henri Poincaré)

Dario Gomez.     

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