and I say

wake up and be ~

lunes, 26 de octubre de 2009

Diario de una mente nº4

¿Cuántas veces habrá de atacar ese sentimiento de no estar haciendo lo correcto? Nunca dejará de hacerlo. Pero, ¿qué es lo correcto? ya es tan subjetivo el asunto, que los parámetros sociales ya no sirven y sólo confunden la visión propia.

¿Cuántas veces, en esos segundos que te perdiste en tu mente, formulaste inconscientemente la pregunta "¿qué estoy haciendo?" y te quedaste en silencio, obsoleto, esperando tener una respuesta, algo que justifique tu actuar tan ridículo?
Es que quizás no hay una maldita razón, simplemente ya iba demasiado rápido el desliz de tus pies sobre el hielo, y te dejaste ir a la deriva de una especie de azar, destino, esperando que te quiten el tedioso trabajo de tener que pensar y accionar frente a lo que te pasa, en tu vida, ante quienes se preocupan por vos.

Y ojala fuese tan simple, piensa uno, por momentos ¿no? Simplemente dejar que la corriente te lleve y quedar exento a culpas, castigos, reproches y reclamos. Pero el dilema está en que la corriente va por donde quiere, y no siempre va por donde vos queres ir, y llega un momento donde empezas a creer que es más simple salir de ella, luchar contra ella, que abandonarte a su suerte y después tener que enfrentar todos los problemas que te trajo.

Suponiendo que enfrentes tus problemas, sí es que no te tomas otra corriente para huir del asunto, para no hacerte cargo de tu puta existencia y la responsabilidad que tenemos sólo por estar acá y ocupar un pedacito de tierra, ser unos transeúntes.

Y hablando de huidas, ¿qué me contas de eso sobre dejarte llevar por la corriente, ver qué pasa, sólo para no enfrentarte a vos mismo? eso es jodido, y más jodido es no hacerlo. Jodido, en realidad, es preguntarse "¿qué estoy haciendo?" y no saber qué responder, por donde empezar, y aún peor, por donde seguir.

Es como estar en un espacio lleno de nieve, frío y donde te hundís, cubierto de niebla. Todo se ve blanco, no hay nada hecho, escrito, y vos con tus pies como un pincel lleno de tinta negra, tenes la presión de pintar, de marcar, ese lugar, con tu huella, con tu acción, con tus decisiones.

Y llegamos a la palabra que quería y no me salía, o no tenía el valor de nombrar. Decisiones, ellas nos marcan, nos condenan, nos liberan, son esos trazos que no han de borrarse jamás.

Es que el problema no es cambiar, el problema es decidirse. Y el problema de decidirse, es tener que ser honesto con uno mismo y aceptar a regañadientes que no sabíamos que estábamos haciendo, pero esperábamos que un milagro nos ilumine la vida, que de la nada aparezca algo que nos de una idea, algo. Como sí las circunstancias por sí solas pudieran arrebatarnos del apuro de vivir. ¿Se puede ser tan irresponsable, iluso y temeroso? Créalo, se puede bastante.

Pero una vez que estás envuelto entre tanta mentira, entre tanta apariencia e hipocresía, ¿cómo salir de ahí? te parece que hagas lo que hagas, todo va a empeorar, y es mejor llegar al límite de la situación para recién ahí, hacer algo.

Parece patético, pero es demasiado real. Y no crean que este es un simple divague o confesión, sólo una reflexión a partir de una película que me dejo pensando.

¿Qué estás haciendo? Y lo más triste, es que en un principio no supe responderme. ¿Sólo estás existiendo y ya? Quisiera creerme un poco más que eso, pero ¿hago más que eso? Por momentos decimos estar vivos, y en realidad, sólo estamos existiendo a través de esa corriente que nunca se detiene, digámosle tiempo, vida, no sé.

Entonces ¿cuándo estoy viva? cuando tomo la decisión de ir por donde quiero, de tomar la iniciativa de decirle a esa maldita corriente que se vaya al infierno de donde salió, y tratar de naufragar sola por la incertidumbre de ese mañana del cuál no sé nada, pero a la vez sé todo.

¿Será que el tiempo pasa rápido o uno se deja pasar rápidamente por él? Y no estoy segura de que quise decir, o a que quise llegar, solamente tuve el impulso de detenerme en esa corriente, mirar hacia atrás, y decidir salir de ella.

¿Queres vivir? Sí, responderemos por una inercia imperceptible. Pero este no es el caso, este es un anhelo.

El lienzo en blanco me exige que haga algo con él, y yo, decidí hacerlo.

1 comentario:

Maximiliano De Pietro dijo...

Tu texto, y en especial el color de fondo de tu blog, me invita a una reflexión. Como con el color de fondo de tu blog, mirar algunas cosas afectan a nuestros ojos. Es entonces que, así como la pared -que era blanca- se me ha convertido en naranja (:S) mirarnos a nosotros a veces ciega nuestros propios ojos.
La forma en la que vemos las cosas es la que nos va a decir cómo actuar ante ellas. Por citar un ejemplo, el mismo empleo puede resultar desde una ayuda, hasta una molestia, hasta un martirio, a veces con pocas cosas en diferencia.
Personalmente estuve cegado por eso, por mirar demasiado, me confundí y dejé de mirarme. Será cuestión de animarme a mirarme de nuevo... Y quizá usar anteojos.