and I say

wake up and be ~

martes, 24 de marzo de 2009

Un nuevo día, una nueva vida

Que simple y libre se sintió esa noche. Al recostarse en su cama, sin otra intención de retomar aquel sueño. Quizás la habitó la culpa por su pereza, pero sólo ella sabía lo importante que era revivir ese momento y darle un final.
Se obligo a cerrar sus castaños ojos, pero no bastaría para caer nuevamente en ese éxtasis. Entonces decidió que fuese natural, y sin pensarlo, se hallaba mirando hacia la pared los vivos colores que se reflejaban de su televisión silenciada. Mientras estos se mezclaban y formaban extrañas formas, productos de la memoria, había alcanzado la tranquilidad suficiente para alcanzar su reino paradisíaco.
Estaba allí, viéndose frente a un gran espejo. Su reflejo no era otra cosa que sus deseos ya cumplidos, que su metamorfosis ya realizada. Que eterna parecía su alma, ahora que era libre.
No pretendía capturarla, pero sí lograr una perfecta simbiosis con ella. Entonces, con suma destreza y dedicación, comenzó a adentrarse en aquel portal.
Nada fácil, pero no era motivo alguno para dejarse atrapar por la resignación. Poco a poco, mientras dejaba atrás esas fuertes, y a su vez, débiles cadenas, la misión se fue simplificando.
Un paso más faltaba, y este no era otro que dejar el pasado en el olvido. Le costó. Era agonizante ver como todos sus recuerdos felices se perdían y escapaban. Pero sí quería alcanzar su luz, había que realizar semejante matanza.
Cuando ya estaba del otro lado, el espejo, semejante a un gran cristal, la separaba de todo aquello que tanto atesoraba, de esas pequeñas cosas que la ayudaban a creer que su vida no había sido un desperdicio. Mentiría sí dijera que no se arrepintió, en primera instancia, pero después de mirar fijamente sus efímeros momentos danzar, notó claramente que estos no la necesitaban. Entonces, quizás, pensó, ella tampoco habría de necesitarlos, ya que, después de todo, estos la modificaron en su justo tiempo, y no era ella, más que la consecuencia de estos. Había entendido que todo aquello que había dejado atrás, que había asesinado cruelmente y dejado en libertad de su cuerpo y mente, se hallaba impregnado en su ser, en su esencia, y eso jamás cambiaría.
Ahora, sin peso alguno que le impidiera volar, despegó a encontrarse con su ideal. Posiblemente era tan atroz e iluso, como querer tomar el Sol sin quemarse las manos, pero poco le importaba ya esto. La determinación la acompañaba, y cuando esta nos posee, nada hay que puedan hacer las adversidades para retenernos.
Brillaba, de una manera inexplicable, y cruzó el horizonte, como una hermosa estrella fugaz, irradiando así la vida que su libertad le había otorgado a tan bajo precio. Las flores, con sus raíces incrustadas en la tierra, se alimentaron con su luz. Incluso hasta pensaron que quizás, algún día, ellas también podrían ser libres y no depender de nadie más para existir.
Ahora, que el momento tenía el final anhelado, se despertó, revitalizada en su cama. Tras la ventana se asomaba un nuevo día, y el cielo, imponente, obligaba a salir a explorar y redescubrir el mundo. Nada sería igual, no después de tal hazaña.
Salió y contemplo maravillada lo que le esperaba allá afuera. Respiro hondo y dirigió su mirada al celeste firmamento, que había dejado de ser un límite para ella. Sonrió, de una forma tan fiel y risueña, que no podía ser esta sonrisa más que una clara expresión de la felicidad de su alma.
Ahora que estaban juntas, nada sería imposible. Y, con una fortaleza admirable, derrumbó las paredes de su gran fortaleza, y se dejo guiar por un instinto. Algunos dicen que buscaba llegar lejos, yo simplemente creo, que seguía las voces del viento.

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