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miércoles, 22 de diciembre de 2010

Cuenta cuentos nº4: Testimonio Oficial de Lourdes Monte Negro

El presente documento representa estrictamente la declaración de Lourdes Monte Negro, presidenta del consejo vecinal, al pasado conflicto del Jueves 06 de Mayo del 2010, entre el verdulero Omar Velloso y Mirta Avellaneda.

Podría empezar acotándome solamente al hecho, pero cómo no sé si usted, conoce el contexto, debo empezar con una breve introducción.

El barrio está habitado por familias decentes y responsables, pero es sabido que desde la crisis del 2001, los delincuentes y personas indeseables con intenciones desagradables y dañinas hacia los terceros, se han esparcido como cucarachas luego de recibir medio frasco de Raid. Pasados nueve años desde entonces, podemos decir que algunos de estos individuos, se han asentado de forma creciente y permanente, en nuestro digno barrio. Está de más decir, que aunque el gobierno mantenga inescrupulosamente a estos vagos sin remedio que nos contaminan el aire; dichos sujetos emprenden negocios insalubres y económicos, y se prestan a la llamada “changuita”.

El señor, si se le puede decir señor, Omar Velloso, es un perfecto ejemplo de lo que yo a ustedes, les estoy relatando. Si lo vieran, con ese cabello grasoso, la ropa mugrienta, cual harapienta vestimenta de linyera, la barba crecida, sus tatuajes carceleros, y el delantal blanco, muy lejos de ser blanco; me entenderían. Dicho sujeto, es uno de los bandidos que tienen su “propio” negocio; es “propietario” de un antro al que llaman verdulería. Fue en ese antro vulgar en dónde se concibió el hecho que nos incumbe.

Erase un Jueves hacia el mediodía, digamos pasadas las 12 pero sin llegar a las 13:30 hs. que Mirta estaba comprando en la verdulería de don Omar con apuro. La situación es clara, Mirta estaba cocinando algo, asumo que puchero, y notó alarmada el faltante de la tan amada e importante papa. El problema converge no en la compra del producto de dudosa procedencia, sino en el pago en efectivo del mismo. Como no podía ser de otra forma, tratándose de un bruto como él, Omar tenía la papa a $5,50. Y sabiendo la escases de monedas, en vez de dejarla a 5 o a 6, redondo y sin joder a nadie ¡NO! A $5,50; estas situaciones me son indignantes y sé que usted me entiende, todos deberían entenderme. Mirta estaba apurada, y a penas entregada la bolsa de plástico con el kilo de papa, le dio a Omar un billete de $5 y una resplandeciente moneda de $0,50, y cuando quiso salir apurada porque seguro su deliciosa comida peligraba; la moneda se deslizó por la mano de Omar, cayó y rodó hasta la alcantarilla, perdiéndose en un mundo subterráneo y desconocido. Omar exclamó con un grito y Mirta se dio vuelta asustada; Omar empezó a hablar en lenguas que me parecieron desconocidas o quizás balbuceando más de lo habitual (es impresionante como esta gente no sabe hablar como Dios manda), pero lo que sí quedaba clarísimo y se entendía de su discurso, era que Mirta debía darle $0,50 ya que era su culpa que estos cayesen y se perdieran. Mirta es una mujer dulce y amable, se encogió de hombros y hasta pareció empequeñecer ante los gritos del hostigador verdulero, pero cuando este se mostró tan interesado por del dinero, por unos míseros $0,50, y grito tanto como para que a una cuadra todos se dieran vuelta a ver el espectáculo, pegó un grito y dijo: - metete los $0,50 por dónde te entren, mal educado – fuéndose apurada.

Desde entonces, Mirta no volvió a comprarle a don Omar, yo que a veces lo hacía en emergencia, también deje de hacerlo. El problema es que el sujeto en cuestión esparció rumores sobre Mirta por resentido. He aquí donde entra mi labor como presidenta del consejo vecinal, como ciudadano responsable y digno de nuestro país y como una mujer de altura que soy; aquí les aclaro que si alguna vez oyen hablar a don Omar o escuchan rumores sobre la señora Mirta Avellaneda, no los crean. Yo observé todo el acontecimiento desde la vereda de enfrente, mientras hablaba con Mónica sobre el próximo campeonato de escoba del quince del club de jubilados. ¿Qué harían ustedes? ¿Dejarían que se manche impunemente la reputación de una mujer responsable que no tiene porqué tolerar la mala eficacia y educación de un verdulero mediocre? Pues yo no puedo permitirlo, y por eso en este documento dejo en claro la situación. Y no es sólo eso, porque de esta forma aporto yo, desde mi lugar, mi granito de arena para hacer un país más noble y justo.

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