Diario de un alma nº35

Tarde de recuerdos,
noche de soledad.
Con la mandíbula cansada
mastico el querer, el deber
lo que siento
el miedo, las ansias
el humo del cigarrillo
y tus labios de papel
con sabor a olvido.
Y si me preguntas por qué
mejor no preguntes
la verborragia me invade
la lengua pero cuando
intento mover los labios
el silencio es mío, puro
lo dejo reinar y
salvarme de ser
tan impertinente y absurda;
como si acaso pudiera
responderte.
La luz de la habitación
las paredes con humedad
el polvo sobre los cuadernos
el dibujo y tu carta
los peluches de la niñez
el asalto de la memoria
dormida, que feliz despierta
las manos sucias
el alma limpia
la sonrisa y la mirada de nostalgia
el dolor en el fondo
casi imperceptible
((pero sabes que está ahí))
y esas inevitables
irrefenables ganas
la absoluta necesidad
de abrazar
el pasado
renacer el presente
mirar con certeza
de amor
el futuro.
La absoluta necesidad
de sentirte tuya
soy tan mía
de sentirte tan vos
de ser, ser el ser
y el alma.
No todo se va con el huracán
ese es el problema
esa es la bendición
ese es el síndrome
de la habitación vacía
eso es lo que parece
pero te vas a cansar de repetirte
hasta que dejes de obviarlo:
lo esencial es invisible a los ojos.
Ser el huracán
el caos
construirte
de nuevo y por siempre
la necesidad
absoluta y necesaria
de ser vos
de dejar de ser vos
y descubrir qué significa
ser vos
quién sos vos.
Los peluches de la niñez
los dibujos
las ganas de pintar
un cielo en la pared
en tus ojos y
en las manos.
Acá estás
bienvenida seas
y bendita sos.
Tan pura y única
tan álmica
tan vos
que sólo genera
una felicidad plena
y la satisfacción
de saber
no existe viejo y nuevo
todo sos vos.
Bienvenida al todo
y al olvido que
nunca se olvida
que tarde o temprano
siempre se recuerda.
Memoria de la luz
que vi antes de nacer.
Pintar el universo
con el alma
y ser cielo.