and I say

wake up and be ~

lunes, 16 de julio de 2012

Laika, la perra que llegó a mi corazón ~

Ese día mamá me llamo por la mañana, me dijo que me levante, rápido; "dale, samanta, se está muriendo". Me resonaban en la cabeza sus palabras. Salté de la cama, caí de pie y fui a verla.

Acostada, sin moverse, estaba ella. A penas podía respirar. Me senté en el piso, a su lado, la miré. Le acaricie la cabeza y le pregunté si estaba bien. Ella ni siquiera pudo mirarme. Apoye su pequeña cabecita en mi regazo y la acaricie. Me quede un buen tiempo, con ella, ahí.

Esa misma tarde iban a sacrificarla. Yo quería ir, necesitaba acompañarla, sentía que ella también así lo quería. Pero el horario no me daba, tenía un consulta pre-operatoria con mi médico. Era Lunes y yo me operaba el Viernes. Sentí mucho dolor, al sentir que no iba a poder estar cerca suyo. Entonces me arrojé al frío piso y me recosté a su lado. Si no voy a estar en su último suspiro, voy a acompañarla ahora. Su constante respiración, densa y fuerte, como un ronquido, no cesaba. Allí me quedé hasta que me levanté a almorzar.

Mientras almorzaba, dejé de escucharla. Me alteré, pensé que ya era tarde. Me acerqué y la abracé. A penas podía respirar. La mire a los ojos y con todo mi ser, le dije que la amaba. Me mantuve abrazada a ella; mi madre, parada, nos miraba mientras se llenaban los ojos de lágrimas. Me separé un poco de ella, sentí que quizás la molestaba para respirar. Ella tenía sus hermosos ojos amarillos con la mirada al infinito; allí a dónde iría. Puse mi mano en su pecho y sentía su corazón. De repente, empezó a hacer movimientos esporádicos. Estaba teniendo un paro cardio-respiratorio. Apoye mi otra mano en su lomo, puse mi cabeza junta a la suya; en ese momento le pedía que sea fuerte y que se quede tranquila que iba a estar bien, el dolor estaba terminando. Ella se quedó quieta, mi madre lloró y me dijo "ya está, sam, está muerta" y yo con mi mano en su pecho sentía los últimos latidos de su corazón. Hasta que cesó. La mire, tiesa y gris, absolutamente lo contrario a todo lo que ella era. Me di cuenta que estaba muerta por eso, porque los cuerpos muertos se ven así, demasiado grises y nos da la sensación de que ese cuerpo no se corresponde al ser que acaba de dejarlo.

Me levanté, abracé a mi madre. No lloré.

Cuando vinieron a buscarla para cremarla, yo misma tome su cuerpo, tan duro y rígido, y mientras lo metía en una bolsa de consorcio negra, me preguntaba cómo puede un ser tan hermoso terminar dentro de una bolsa. Y pensaba, pensaba en qué hacer con sus cenizas cuando las tuviera. Aún no hice nada, y va a ser un año desde que te fuiste. Creo que voy a llevarte al Sur. Estoy segura de que hubieras amado ese lugar tanto como yo.

Algunas personas creen que sacrificar un animal, es como asesinarlo. Y yo misma lo pensaba, también, cuando se me puso en esa encrucijada una vez. Encrucijada en la que ya estuve dos veces. Pero ahora que veo a través de mis experiencias, me cuestiono si acaso esas personas han visto el sufrimiento en los seres que tanto aman. Y para por no sentirse culpables de arrebatarles la vida, prefieren que agonice y verlo sufrir hasta la última instancia. Yo creo que primero están ellos, y hay que pensar en su bienestar. Yo no sentí culpa de decidirme, pero ambas decidieron partir antes de que tuviéramos que hacerlo. Como ella, que sencillamente sentí que se fue en ese momento, para que yo esté con ella.

Pasaron tres días hasta que lloré. Lloré cuando fui al patio y al esperarla con total certeza de que iba a estar, un vacío atroz me oprimió el pecho y desató las lágrimas. No lloraba porque estaba shockeada, no lloraba porque estaba segura de que ella estaba bien. La que no estaba bien, era yo. Ese día empecé un escrito que sólo pude terminar un mes después; después de haber madurado el concepto que estaba trabajando al cual llamé "El síndrome de la habitación vacía".

Una buena amiga, me cuenta el Sábado sobre una situación similar que acontecía a su gata. Se me vinieron todos los recuerdos. Y te extrañé tanto. No lloro, pero quería escribirte.

Hay seres extra-ordinarios que forman parte de nuestra vida, que son nuestra familia. Y recuerdo ese documental que vi donde le preguntaban a padres e hijos, cinco momentos felices y cinco momentos tristes en sus vidas. Y uno de ellos dijo que uno de los momentos más tristes de su vida, fue cuando su perro de toda la infancia, murió en sus brazos.

Sentir hasta tu último latido, abrazarte y darte mi amor hasta el último momento de tu vida. Es uno de los momentos más extraños de mi vida, es felicidad y tristeza al mismo tiempo. Como vos lo eras, esa energía de luz y el mar abatido en tus ojos.

Me pregunto cuántas personas podrán entender lo que voy a decir;
En tus ojos vi el mar abatido del caos, la luz del alma pura. En tus ojos encontré tantas verdades, que todavía digiero. Me diste más de lo que podía recibir, y todavía puedo ver tus ojos amarillos. Y en ellos, sigo encontrando respuestas. Porque puede que seas cenizas, pero el amor verdadero no muere ni se olvida. Gracias por elegirme.

No hay comentarios.: